El vicio de oír columpia el equilibrio,
en el borde mismo de la apófisis te sujeta para no caer.
Saber
a los muertos, pues esta oblea de pan ácimo los bosqueja. La
Huesera y sus cuentas de
pulsera, pequeños huesecillos, unomásunomásunomásuno: maquinaria perfecta: tictactictactictac.
pulsera, pequeños huesecillos, unomásunomásunomásuno: maquinaria perfecta: tictactictactictac.
Has
tomado tu voz y la has dilatado, una gelatina cuyas esporas paren
tientos, golpes, ritmos mercuriales. El sonido pegajoso te persigue,
has erigido una pira y acercado la tea. Ardió. Las
llamas de lo sonoro calentaron tu espíritu: “ser solamente al escuchar el rugido o el goteo
insistente de la vida expandiéndose”.
llamas de lo sonoro calentaron tu espíritu: “ser solamente al escuchar el rugido o el goteo
insistente de la vida expandiéndose”.
Cuando
pude percibirlo me diluí. Me propagué a trescientos
cuarenta y tres metros por
segundo. La oscuridad del firmamento me contuvo.
segundo. La oscuridad del firmamento me contuvo.
Temporal
(dos) Martillo (dos) Yunque (dos) Estribo (dos):
Temporal simetría
Caracola o cuerno sonoro
Caleidoscopio
sincrónico, cavidad difusa, complicación.
Techo
o casa del tímpano, tuba que suena, trombón.
Obreros
de yunque y martillo dominando la vibración, cabalgando
sobre
el caballo sonoro, escuchar el pasado es un ramillete de
flores
azules.
Poemas siameses del libro La
Huesera. Ilustrado por Susana do Santos. Inédito.