Fantasmas
El centro de la lengua es imperfecto como pequeñas láminas de uranio. Después lo vertical. En la saliva, temblar en carne viva es la frontera contra lo que se esfuma. Lo que dijimos límite es orquídea. Tan frágil entre huellas es este pasadizo que se borra.Alzada como el humo, quién vuelve a aparecer. La borrosa celeridad del paso, aquello que amenaza: ser primero ceniza, luego humo. La rigidez, entonces, elevada se va hundiendo en el centro del hueso: pequeñas transparencias invocadas como si fueran nombres imperfectos. La ruina de la imagen como un tránsito siempre hacia el mismo laberinto en donde fluye un torpe manantial.
Mojada
Casi
gotas de agua, hasta que la distancia se interrumpe. Sucede al
tiritar bajo la voz, húmeda y neutra. Es posible pensar aquí en la
muerte. Lo que no vemos es. El paisaje que es cuerpo que es paisaje.
Respirar como un río contra todo lo que desaparece. Pronto se
incendiará la hierba seca, ya el horizonte es curvo y el resto del
placer tal vez no baste.
De La soledad de las formas
(Sol y sombra poesía, en prensa)
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